Llorar en público

Isa Calderón
3 min readJan 21, 2021

Mucho se dice de hablar en público pero poco se dice de llorar y de lo incómodo y vergonzoso que resulta para el que lo hace y para el que lo presencia.

De niña era muy llorona, mi mamá me dejaba serlo, así que nunca he sentido pudor, recuerdo haber llorado varias veces en el transporte público, recuerdo la vez que lloraba en la Intercomunal ( la ruta del bus) que iba del colegio a mi casa, lloraba porque raspé un examen, era muy buena estudiante, pero irónicamente no me llevaba bien con la informática, la detestaba, así que iba en el bus un poco triste y otro poco frustrada, hasta que escuche a la señora del puesto de adelante decirle a su amiga que seguro estaba embarazada, me causo gracia y enojo porque tenía razón, era un problema minúsculo, pero se me hacia tan complicado lanzar comandos en la consola de msdos y me daba tanta rabia no poder hacerlo bien, que a pesar de entender su lógica, no me avergoncé y continué, mi llanto era justificado.

También recuerdo llorar en la peluquería de mamá, ese llanto era grupal, era como un grupo de alcohólicos anónimos, todas llegaban con algún cuento de un desgraciado que las había hecho desdichadas, hacían el ritual respectivo, se presentaban y una a una contaba su historia, en el clímax, venía el llanto colectivo, yo tambien lloraba, quizás a mis 10 años sin entender muy bien, pero me unía por contagio así como pasa con la risa. En ese momento la peluquería era casi un consultorio donde no solo se hacían las mechas sino que también hacían terapia, compartían experiencias, hacían nuevas amigas y al final salían con un hermoso peinado y convencidas de dejar el marido.

No recuerdo en qué punto dejaron de llorar en la peluquería, quizás fue cuando se popularizó la frase “tienes que ser fuerte”. No sé cuanto tiempo tiene la frase pero si noto que el consuelo para alguien afligido es: “ ¡No llores!, todo va a estar bien, ¡Tienes que ser fuerte!, aquí está tu vasito de agua, respira”. Ahora llorar se limita a la privacidad, de preferencia encerrado en el baño para que nadie se de cuenta y al salir pones frases motivadoras de tu coaching de confianza.

Yo no me daré golpes de pecho, confieso que también me he sentido incómoda, he sentido esa confusión de no saber qué hacer o decir hasta que finalmente caigo en las frase “¡Tienes que ser fuerte!, todo va a estar bien”. yo sé que los problemas no se habrán solucionado al terminar el llanto, pero en mi caso al terminar me siento mejor, como si hubiera soltado la válvula de presión.

Una vez en uno de mis llantos tontos, mi mamá me dijo, ¡Lloré cuando su mamá muera!, pero no lloré, fue un diluvio y que aún hoy sigue brizando de vez en cuando. Antes que pasara lo de mi mamá, el papá de una de mis más queridas amigas había fallecido, yo no sabia que decirle y duré un rato pensando mis palabras, cuando la llamé no las necesité, al escucharnos solo hubo llanto durante largo rato, no había nada que decir, solo había que estar ahí conectadas por un satélite llorando en la distancia. En cambio cuando pasó lo de mi mamá fue distinto, sus palabras tenían la sabiduría de lo ya vivido así que resultaron una especie de guía, porque entendía lo que estaba viviendo.

Recuerdo que por aquellos días me dijeron, deje de llorar, sea fuerte, y es que no hay manera de cerrar la llave de paso, no se le dice a los ojos que paren de llorar, o un dia te levantas decidido a dejar la tristeza y seguir adelante, es proceso largo con el cual se termina aprendiendo a vivir, pero hay poquísima empatía ante ese proceso, no es culpa de nadie, y es porque no lloramos, porque llorar es signo de debilidad, porque no hay un programa para ese caso, el código está vacío, es porque nunca has escuchado a nadie hablar de cómo se siente, porque nunca has visto a tu papá llorar, porque cuando alguien alguna vez empezó a llorar no escuchaste, le dijiste “¡No llores!, todo estará bien” y lo dijiste porque no querías ser débil ni caer en el llanto con esa persona.

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